EN MEDIO DE LA NADA

El coche comenzó a perder fuerza, a pesar de que apretaba el acelerador la velocidad disminuía en lugar de aumentar. Preocupado por lo que pasaba, frenó y se apeó a un costado de la carretera. Miró a todas partes y se sintió desolado, estaba en medio de la nada.
No era un experto en las artes mecánicas porque no estaban a su altura, él, un comercial de prestigio, se enfocaba en quehaceres más elevados, unos con preparación intelectual y no en los que lo fundamental fuera saber girar una tuerca y oler a combustible.
Viendo que la situación se podía poner más peliaguda, bajó del coche y llamó al servicio de carreteras. En el primer intento no le contestaron, tuvo que insistir para que le cogiera una operadora que, por su tono de voz, parecía hastiada de las incidencias, pues cuando quiso exponerle cual era el problema que tenía, lo cortó inmediatamente y le dijo que se había equivocado de área, tenía que llamar a atención al cliente o, en su defecto, al servicio de…, pero él estaba seguro de haber marcado el número correcto, como no quería discutir colgó.
Intentó de nuevo, esta vez percatándose de que marcaba bien el número, en esta oportunidad quien le cogió la llamada fue más amable, se notaba la diferencia de trato, este le dio las indicaciones necesarias, asimismo le dio la opción de comentar el porqué de su llamada, estaba en mitad de la nada y le urgía llegar a una reunión con un cliente.
Para concluir, el agente le solicitó su ubicación exacta para comunicárselo a una grúa, ubicación que fue proporcionada inmediatamente, con esto sería suficiente.
Antes de colgar preguntó si le darían un coche de sustitución, pues en la situación que se encontraba le sería necesario, no había que ser muy listo para saber que el desperfecto no lo solucionarían ese mismo día, revisaremos el acuerdo con su compañía, indicó el encargado, si era necesario le llamaría para confirmarlo, por lo pronto, los remolcarían a un taller, ¿cuánto tiempo demorará en llegar la grúa?, preguntó, aproximadamente una hora. Tras este apunte la llamada concluyó.
Se subió al coche y encendió el aire acondicionado, el calor era insoportable, por eso, mientras esperaba quería estar fresco y no dejar transpirado el traje que llevaba, la presencia lo era todo.
Llamó a su mujer, escuetamente le dijo que se demoraría en llegar a casa, en otra circunstancia, tal vez, esta sería una mentira, pero hoy era verdad, estaba tirado en mitad de la carretera a la espera de un tipo que, quizás, lo mejor que sabía hacer era ensuciarse la ropa. Tras esto añadió que en cuanto estuviera en el taller la volvería a llamar, colgó.
Como no tenía nada que hacer, se puso a verlas pasar, ¿qué haría durante una hora?, le parecía demasiado tiempo y como no se caracterizaba por ser paciente, le estaba comenzando a jorobar la espera.
De repente, sonó su teléfono, le llamaban desde un número oculto, su primer impulso fue responder, podría ser el encargado del servicio de carretera, pero la costumbre de no contestar números ocultos pudo más, por eso cortó, esperaba que con ello disuadiera a quien lo estaba incordiando.
Si durante la semana, el coche le hubiera dado alguna señal de su avería lo hubiera llevado al taller, pero no, se detuvo de improviso y no le dio margen a reaccionar. Le sorprendía porque el coche había salido bueno, desde que se lo entregaron no tuvo problemas, bastaba con echarle combustible y listo, no pedía nada más, era una buena máquina, y de eso ya hacía como un par de años.
Siguió dándole vueltas y no sabía que podía haber pasado, se calmó y se dijo que ya se lo diría el mecánico.
Tras esperar notó que un vehículo ajado aparcaba delante de su coche, bajó un tipo desaliñado que hizo todo para poder remolcarlo, se fijó que colocaba unas cadenas y otras herramientas cuyos nombres desconocía, cuando tuvo todo asegurado, volvió a la unidad y lo invitó a subir.
Durante el trayecto hacia el taller el chofer de la grúa intentó buscarle conversación, pero él iba en silencio, no dejaba de pensar en su importante reunión.